Una promesa de amor... Baume & Mercier
Promesse, una estética recuperada de los 70 y un sentimiento que durará para siempre... Baume & Mercier, una historia de amor.

La legitimidad que posee Baume et Mercier en este aspecto, nace en 1869, justo cuando Mélina, la hija de Louis-Victor Baume, recibiera un reloj de oro que continuaría con la asociación de William Baume y Paul Mercier para 1918, fundando lo que hoy se conoce como la Maison. Justo este momento fue el que detonó la creación de piezas que más que relojes, resultaban verdaderas joyas Art Déco, hoy totalmente apreciadas por la cultura como claro símbolo de la emancipación femenina de la mujer que comenzaba a exigir su sitio en la sociedad de la época.

Dibujando los contornos de la tradición especialmente valorada por Baume & Mercier, sus líneas diferentes y poco convencionales hacen gala de un diseño ligero que juega con el bisel ovalado dentro de una caja redonda. Su par de tamaños se adaptan al tipo de mercado y talla que acompañe mejor a la mujer, mientras que sus configuraciones en acero, acero y oro rojo, carátula madreperla, o delicadamente trabajada con un patrón guilloché drapé, harán que la muñeca de quien la porte luzca y destaque en cualquier ocasión.
Asimismo, la nueva joya de Baume & Mercier se abrazará a la muñeca mediante una correa de piel de becerro negra, satín blanco como la nieve o brazalete de acero (bi-tono) pulido y cepillado. Sus números romanos podrán ser entregados también con 8 índices diamantes, mientras que su bisel deslumbrará a partir de sus 30 o 61 minerales finamente engastados si así lo decide. Finalmente, y como era de esperarse en las configuraciones que propone Baume & Mercier, la bella mujer que decida portar este exclusivo y flamante modelo podrá optar por un movimiento de cuarzo que animará horas y minutos, o si lo prefiere, un mecanismo de carga automática indicará: horas, minutos y segundos con precisión suiza.
Marco Alegría
…Ya entendería yo, con cada pieza de alta relojería, que la mayor parte de lo que llamamos extraordinario se disfruta sin percatarse del paso del tiempo, pero mirando el reloj.
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